Voy a hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca,
voy dibujándola como si saliera de mi mano.
No volverán las oscuras golondrinas, pero qué importa.
Hace frío y me apeteces. También cuando no hace frío, no te preocupes.
Me apeteces a destiempo, incluso, cuando no pienso en ti,
pero suenas de fondo.
Estás detrás de cualquier delante.
Eres la base de todo lo que sucede, a ver si me explico.
Y me imagino contigo. Solos.
El mundo atardece tras la ventana, y el viento sopla fuerte,
me lo dicen los árboles cuando se agitan. Y yo estoy contigo, dentro.
Aquí otro huracán agita mi pecho, proveniente de tu boca entreabierta,
la cual parece la entrada a no sé qué lugar, pero quisiera meterme. Y quedarme allí.
Me suenan tus cantos de sirena cuando te ríes, y yo voy a dejarme arrastrar por el deseo de querer abrazarte toda la vida.
Voy a dejarme, te lo juro. No opondré resistencia si te acercas hasta que ni alejarme pudiese ya separarnos.
"¿Qué es poesía?", me preguntas.
Qué es poesía, y yo me callo, y es que sólo sé que poesía no era nada de lo que había conocido hasta encontrarte.
Que poesía tiene que ver algo contigo. Quizá tenga que verlo todo.
Poesía quizá es cuando dices mi nombre y me sorprendo pensando
"¿Seré yo ese a quien llama?, ¿tendré tanta suerte?".
Y sí, es a mí, y parece que el mundo baile, o que mi corazón se encienda,
así como esa respuesta que repentinamente evita que me haga preguntas.
Y yo soy feliz, sin saber cómo, pero qué importa. Qué importa.
Se que estás tú para aguantar mi desequilibrio.
Que cuando voy a caer me besas, y me abrazas y me curas, y que vuelo con tus alas, cuando te quedas a dormir sin yo pedirte que duermas conmigo.
Te encontré, recuerdo, una noche en un bar pidiéndote una cerveza, con esa mirada en busca de auxilio.
Te encontré, lo recuerdo, y desde entonces yo ya no estoy tan perdido. Nos encontré a los dos, entonces, aquella noche, tú pedías una cerveza y yo sólo quería que me dieses tu número.
Y todo empezó así, sin parecer el comienzo de nada. Y mientras me sometía a una sesión de hipnosis impartida por tu boca; fijamente escuchaba lo que decías, como cuando vas borracho e intentas controlarte.
Fijamente, como en un sueño, prometo que me alejé de allí sin irme,
y te hice el amor en algún sitio al que algunas veces vuelvo.
A veces vuelvo, sí, a tu cuerpo desnudo, al lado del mar, y tu media sonrisa, tu piel suave, las olas que suenan contra las rocas y un día que muere, atardeciendo, y entre las cenizas nacemos nosotros en mitad de un orgasmo.
Y encuentro la paz recostado en tu pecho.
Pablo Neruda (Autor)
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca,
voy dibujándola como si saliera de mi mano.
No volverán las oscuras golondrinas, pero qué importa.
Hace frío y me apeteces. También cuando no hace frío, no te preocupes.
Me apeteces a destiempo, incluso, cuando no pienso en ti,
pero suenas de fondo.
Estás detrás de cualquier delante.
Eres la base de todo lo que sucede, a ver si me explico.
Y me imagino contigo. Solos.
El mundo atardece tras la ventana, y el viento sopla fuerte,
me lo dicen los árboles cuando se agitan. Y yo estoy contigo, dentro.
Aquí otro huracán agita mi pecho, proveniente de tu boca entreabierta,
la cual parece la entrada a no sé qué lugar, pero quisiera meterme. Y quedarme allí.
Me suenan tus cantos de sirena cuando te ríes, y yo voy a dejarme arrastrar por el deseo de querer abrazarte toda la vida.
Voy a dejarme, te lo juro. No opondré resistencia si te acercas hasta que ni alejarme pudiese ya separarnos.
"¿Qué es poesía?", me preguntas.
Qué es poesía, y yo me callo, y es que sólo sé que poesía no era nada de lo que había conocido hasta encontrarte.
Que poesía tiene que ver algo contigo. Quizá tenga que verlo todo.
Poesía quizá es cuando dices mi nombre y me sorprendo pensando
"¿Seré yo ese a quien llama?, ¿tendré tanta suerte?".
Y sí, es a mí, y parece que el mundo baile, o que mi corazón se encienda,
así como esa respuesta que repentinamente evita que me haga preguntas.
Y yo soy feliz, sin saber cómo, pero qué importa. Qué importa.
Se que estás tú para aguantar mi desequilibrio.
Que cuando voy a caer me besas, y me abrazas y me curas, y que vuelo con tus alas, cuando te quedas a dormir sin yo pedirte que duermas conmigo.
Te encontré, recuerdo, una noche en un bar pidiéndote una cerveza, con esa mirada en busca de auxilio.
Te encontré, lo recuerdo, y desde entonces yo ya no estoy tan perdido. Nos encontré a los dos, entonces, aquella noche, tú pedías una cerveza y yo sólo quería que me dieses tu número.
Y todo empezó así, sin parecer el comienzo de nada. Y mientras me sometía a una sesión de hipnosis impartida por tu boca; fijamente escuchaba lo que decías, como cuando vas borracho e intentas controlarte.
Fijamente, como en un sueño, prometo que me alejé de allí sin irme,
y te hice el amor en algún sitio al que algunas veces vuelvo.
A veces vuelvo, sí, a tu cuerpo desnudo, al lado del mar, y tu media sonrisa, tu piel suave, las olas que suenan contra las rocas y un día que muere, atardeciendo, y entre las cenizas nacemos nosotros en mitad de un orgasmo.
Y encuentro la paz recostado en tu pecho.
Pablo Neruda (Autor)