Esta es una selección de todos aquellos poemas que me han estremecido el corazón..

Un reencuentro con la mayor expresión artística del alma.. La Poesía..

25 de marzo de 2011

Adios, pero conmigo, de Pablo Neruda




***

Adiós, pero conmigo
serás, irás adentro
de una gota de sangre que circule en mis venas
o fuera, beso que me abrasa el rostro
o cinturón de fuego en mi cintura.

Dulce mía, recibe
el gran amor que salió de mi vida
y que en ti no encontraba territorio
como el explorador perdido
en las islas del pan y de la miel.

Yo te encontré después
de la tormenta,
el viento lavó el aire
y en el agua
tus dulces pies brillaron como peces.

Adorada, me voy a mis combates.

Arañaré la tierra para hacerte
una cueva y allí tu Capitán
te esperará con flores en el lecho.

No pienses más, mi dulce,
en el tormento
que pasó entre nosotros
como un rayo de fósforo
dejándonos tal vez su quemadura.

La paz llegó también porque regreso
a luchar a mi tierra,
y como tengo el corazón completo
con la parte de sangre que me diste
para siempre,
y como
llevo
las manos llenas de tu ser desnudo,
mírame,
mírame,
mírame por el mar, que voy radiante,
mírame por la noche que navego,
y mar y noche son los ojos tuyos.

No he salido de ti cuando me alejo.

Ahora voy a contarte:
mi tierra será tuya,
yo voy a conquistarla,
no sólo para dártela,
sino que para todos,
para todo mi pueblo.

Saldrá el ladrón de su torre algún día.

Y el invasor será expulsado.

Todos los frutos de la vida
crecerán en mis manos
acostumbradas antes a la pólvora.

Y sabré acariciar las nuevas flores
porque tú me enseñaste la ternura.

Dulce mía, adorada,
vendrán conmigo a luchar cuerpo a cuerpo
porque en mi corazón viven tus besos
como banderas rojas,
y si caigo, no sólo
me cubrirá la tierra
sino este gran amor que me trajiste
y que vivió circulando en mi sangre.

Vendrás conmigo,
en esa hora te espero,
en esa hora y en todas las horas,
en todas las horas te espero.
Y cuando venga la tristeza que odio
a golpear a tu puerta,
dile que yo te espero
y cuando la soledad quiera que cambies
la sortija en que está mi nombre escrito,
dile a la soledad que hable conmigo,
que yo debí marcharme
porque soy un soldado,
y que allí donde estoy,
bajo la lluvia o bajo
el fuego,
amor mío, te espero,
te espero en el desierto más duro
y junto al limonero florecido:
en todas partes donde esté la vida,
donde la primavera está naciendo,
amor mío, te espero.

Cuando te digan:
«Ese hombre no te quiere», recuerda
que mis pies están solos en esa noche, y buscan
los dulces y pequeños pies que adoro.

Amor, cuando te digan
que te olvidé, y aun cuando
sea yo quien lo dice,
cuando yo te lo diga,
no me creas,
quién y cómo podrían
cortarte de mi pecho
y quién recibiría
mi sangre
cuando hacia ti me fuera desangrando?

Pero tampoco puedo
olvidar a mi pueblo.
Voy a luchar en cada calle,
detrás de cada piedra.

Tu amor también me ayuda:
es una flor cerrada
que cada vez me llena con su aroma
y que se abre de pronto
dentro de mí como una gran estrella.
Amor mío, es de noche.

El agua negra, el mundo
dormido, me rodean.

Vendrá luego la aurora,
y yo mientras tanto te escribo
para decirte: «Te amo».
Para decirte «Te amo», cuida,
limpia, levanta,
defiende
nuestro amor, alma mía.

Yo te lo dejo como si dejara
un puñado de tierra con semillas.

De nuestro amor nacerán vidas.

En nuestro amor beberán agua.

Tal vez llegará un día
en que un hombre
y una mujer, iguales
a nosotros,
tocarán este amor, y aún tendrá fuerza
para quemar las manos que lo toquen.

Quiénes fuimos? Qué importa?

Tocarán este fuego
y el fuego, dulce mía, dirá tu simple nombre
y el mío, el nombre
que tú sola supiste porque tú sola
sobre la tierra sabes
quién soy, y porque nadie me conoció como una,
como una sola de tus manos,
porque nadie
supo cómo, ni cuándo
mi corazón estuvo ardiendo:
tan sólo
tus grandes ojos pardos lo supieron,
tu ancha boca,
tu piel, tus pechos,
tu vientre, tus entrañas
y el alma tuya que yo desperté
para que se quedara
cantando hasta el fin de la vida.

Amor, te espero.

Adiós, amor, te espero.

Amor, amor, te espero.

Y así esta carta se termina
sin ninguna tristeza:
están firmes mis pies sobre la tierra,
mi mano escribe esta carta en el camino,
y en medio de la vida estaré
siempre
junto al amigo, frente al enemigo,
con tu nombre en la boca
y un beso que jamás
se apartó de la tuya.

16 de marzo de 2011

Nocturno de los Angeles


Se diría que las calles fluyen dulcemente en la noche.
Las luces no son tan vivas que logren desvelar el secreto,
el secreto que los hombres que van y vienen conocen,
porque todos están en el secreto
y nada se ganaría con partirlo en mil pedazos
si, por el contrario, es tan dulce guardarlo
y compartirlo sólo con la persona elegida.

Si cada uno dijera en un momento dado,
en sólo una palabra, lo que piensa,
las cinco letras del DESEO formarían una enorme cicatriz luminosa,
una constelación más antigua, más viva aún que las otras.
Y esa constelación sería como un ardiente sexo
en el profundo cuerpo de la noche,
o, mejor, como los Gemelos que por vez primera en la vida
se miraran de frente, a los ojos, y se abrazaran ya para siempre.

De pronto el río de la calle se puebla de sedientos seres,
caminan, se detienen, prosiguen.
Cambian miradas, atreven sonrisas,
forman imprevistas parejas...

Hay recodos y bancos de sombra,
orillas de indefinibles formas profundas
y súbitos huecos de luz que ciega
y puertas que ceden a la presión más leve.

El río de la calle queda desierto un instante.
Luego parece remontar de sí mismo
deseoso de volver a empezar.
Queda un momento paralizado, mudo, anhelante
como el corazón entre dos espasmos.

Pero una nueva pulsación, un nuevo latido
arroja al río de la calle nuevos sedientos seres.
Se cruzan, se entrecruzan y suben.
Vuelan a ras de tierra.
Nadan de pie, tan milagrosamente
que nadie se atrevería a decir que no caminan.

¡Son los ángeles!
Han bajado a la tierra
por invisibles escalas.
Vienen del mar, que es el espejo del cielo,
en barcos de humo y sombra,
a fundirse y confundirse con los mortales,
a rendir sus frentes en los muslos de las mujeres,
a dejar que otras manos palpen sus cuerpos febrilmente,
y que otros cuerpos busquen los suyos hasta encontrarlos
como se encuentran al cerrarse los labios de una misma boca,
a fatigar su boca tanto tiempo inactiva,
a poner en libertad sus lenguas de fuego,
a decir las canciones, los juramentos, las malas palabras
en que los hombres concentran el antiguo misterio
de la carne, la sangre y el deseo.
Tienen nombres supuestos, divinamente sencillos.
Se llaman Dick o John, o Marvin o Louis.
En nada sino en la belleza se distinguen de los mortales.
Caminan, se detienen, prosiguen.
Cambian miradas, atreven sonrisas.
Forman imprevistas parejas.

Sonríen maliciosamente al subir en los ascensores de los hoteles
donde aún se practica el vuelo lento y vertical.
En sus cuerpos desnudos hay huellas celestiales;
signos, estrellas y letras azules.
Se dejan caer en las camas, se hunden en las almohadas
que los hacen pensar todavía un momento en las nubes.
Pero cierran los ojos para entregarse mejor a los goces de su encarnación misteriosa,
y, cuando duermen, sueñan no con los ángeles sino con los mortales.

Xavier Villaurrutia (Autor)

14 de marzo de 2011

Nuestro Amor - Xavier Villaurrutia.


Si nuestro amor no fuera,
al tiempo que un secreto,
un tormento, una duda,
una interrogación..

si no fuera una larga
espera interminable,
un vacío en el pecho
donde el corazón llama
como un puño cerrado
a una puerta impasible..

si nuestro amor no fuera
el sueño doloroso
en que vives sin mí,
dentro de mí, una vida
que me llena de espanto..

si no fuera un desvelo,
un grito iluminado
en la noche profunda..

si nuestro amor no fuera
como un hilo tendido
en que vamos los dos
sin red sobre el vacío..

si tus palabras fueran
sólo palabras para
nombrar con ellas cosas
tuyas, no más, y mías..

si no resucitaran
si no evocaran trágicas
distancias y rencores
traspuestos, olvidados..

si tu mirada fuera
siempre la que un instante
-¡pero un instante eterno!-
en tu más honda entrega..

si tus besos no fueran
sino para mis labios
trémulos y sumisos..

si tu lenta saliva
no fundiera en mi boca
su sabor infinito..

si juntos nuestros labios
desnudos como cuerpos,
y nuestros cuerpos juntos
como labios desnudos
no formaran un cuerpo
y una respiración..

¡no fuera amor el nuestro,
no fuera nuestro amor..!

***

12 de marzo de 2011

Poema de la Espera


Yo sé que tú eres de otro y a pesar de eso espero.
Y espero sonriente porque yo sé que un día
como en amor, el último vale más que el primero
tu tendrás que ser mía.

Yo sé que tu eres de otro pero eso no me importa.
Porque nada es de nadie si hay alguien que lo ansía.
Y mi amor es tan largo y la vida es tan corta
que tendrás que ser mía.

Yo sé que tu eres de otro.
Pero la sed se sacia solamente en el fondo de la copa vacía.
Y como la paciencia puede más que la audacia
tu tendrás que ser mía.

Por eso en lo profundo de mis sueños despiertos
yo seguiré esperando porque se que algún día
buscarás el refugio de mis brazos abiertos
y tendrás que ser mía.

Jose Angel Buesa (Autor)

10 de marzo de 2011

Escultor

En mis manos tu barro,
te moldeo con mi ternura.
mi soplo y mi caricia
dieron ser a la curva que te inicia.
Si carne te pensé, viento te veo.

Vaciada ya tu forma, me recreo,
te atesoro.
No culpes mi codicia.
Alta puse la mira: tu primicia
esculpida a cincel en mi deseo.

Yo, escultor, sólo pido por mi arte
el contemplar mi obra: contemplarte.
Pero tú ya eras tú, aunque eras mía,

y si una vez te arredra mi egoísmo,
puedes irte si quieres.
Me es lo mismo.
Te crearé, de nuevo, cualquier día.

Rafael Guillen (Autor)

8 de marzo de 2011

8 de Marzo Día de la Mujer - Letania - Lina Zerón


Benditas las mujeres que protegen el fruto de su vientre,

asumiendo la parábola de su belleza bajo un delantal,

aquellas que lavan su rostro con el manto de la rutina

y aprenden a alzar la voz , aunque sólo se tenga la voz.

Benditas las mujeres que arrastran la cruz de impuras,

regando su futuro con lágrimas de ausencias,

que encuentran purificación en el agua de cualquier río

y tejen amores dispersos en el manar del tiempo.

Benditas las mujeres que se enamoran,

las hechiceras de la noche,

las que comparten el fuego de las bodas del cuerpo

en la consagración de la piel.

Benditas las que gritan lo que el corazón profesa,

las que escuchan y las que imponen su palabra,

también las que callan su verdadera pasión,

sobreviviendo como agua estancada y triste.

Benditas las que enfrentan el nido vacío,

reviviendo cada noche el éxodo desde su origen.

Benditas las que son tormenta, río sin cauce,

a las que llaman locas, revoltosas,

liberadas, feministas,

y son capaces de atropellar al viento con una mirada.

Benditas las hembras con fracturas y fragmentos.

Benditas Nosotras, matriz del universo.


***